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Tras una nueva ráfaga de olés del público ante un Madrid terminal, cansado de perseguir sombras, Gullit se retiró lesionado. El Milan, infatigable, no se concedió un respiro hasta sellar la humillación del poderoso Madrid. Después de una bonita secuencia que involucró a varios jugadores rossoneri, Rijkaard centró, Gullit domó la pelota con un preciso toque de cabeza y Van Basten, un bailarín con instinto asesino, logró el 4-0 con un duro zurdazo dentro del área.